Tras las huellas del emperador Justiniano I en Turquía

La historia de Turquía está repleta de nombres importantes, a los que hemos hecho (y haremos) mención en este blog, como es el caso de Atatürk, así como diferentes sultanes otomanos y emperadores romanos. Hoy nos centramos en el emperador Justiniano I, figura clave en la consagración del imperio bizantino como ‘heredero’ del romano, motivo por el que se le suele conocer como Justiniano el Grande. Y lo más importante para todo turista: desplegó un enorme programa constructivo del que todavía quedan grandes vestigios en el país, como quizás descubras durante tu viaje.

Algunas pinceladas biográficas de Justiniano I

Justiniano I fue un emperador bizantino que gobernó desde el año 527 hasta el 565. Es decir, casi 40 años de reinado, tiempo suficiente para promover importantes proyectos. Sucedió a su tío, Justino I, y le sucedió a su vez su sobrino, Justino II. Pero el pariente más importante de su vida fue su esposa, Teodora, fundamental en su vida privada y en su labor política. De hecho, tras su temprana muerte en el 548, el mando de Justiniano I perdió vigor e ímpetu, orientándose desde entonces a una vida más pía y devota.

A nivel político, destacó su consolidación de la frontera oriental con los persas y la recuperación de territorios en occidente, por ejemplo el sureste de la península ibérica. Otro gran hito fue la codificación del derecho romano. Pero su reinado no estuvo exento de disturbios, como los de Nika, una revuelta con un trasfondo de malestar social por la subida de impuestos.

Justiniano I, un emperador ‘constructor’

Pero sin duda, el gran legado de Justiniano I es su labor constructiva: la concibió como una forma de cimentar su prestigio y autoridad, motivo por el que emprendió grandes proyectos, sobre todo religiosos, pero no sólo. Y gracias a sus ‘arquitectos de cabecera’, Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, surgió una tipología arquitectónica genuinamente bizantina (que posteriormente replicaron los otomanos): la basílica de planta centralizada con gran cúpula central. Además, promovió las artes y la literatura; de hecho, si conocemos bien su vida y obra es gracias a la labor de importantes historiadores y cronistas coetáneos, como Procopio.

A continuación enumeramos algunos de esos grandes proyectos, que a buen seguro podrás descubrir durante tu circuito, pues se ubican en los principales destinos turcos:

  • Santa Sofía: auténtico símbolo de su reinado y de toda una época. Pese a sus modificaciones posteriores para convertirse en mezquita otomana, sigue manteniendo su base bizantina. Quiso convertirlo en un símbolo propagandístico de su poder y mandó traer materiales de todos los rincones del imperio: pórfido egipcio, mármoles griegos, etc. Cuenta Procopio que, a su conclusión, Justiniano I dijo: “Salomón, te he superado”
  • Iglesia de los Santos Apóstoles: otro templo icónico porque Justiniano I lo promovió para su propio enterramiento. No obstante, poco queda de ella por la construcción, en su mismo solar, de la mezquita de Fatih en el siglo XV 
  • Basílica de San Juan de Éfeso: templo que seguía el modelo de Santa Sofía, aunque con una planta más alargada, con cruz latina y cupulillas. Construida en honor de este importante apóstol, que murió en Éfeso. Hoy sólo quedan los restos de aquel templo, pero una maqueta in situ permite conocer bien cómo era el templo original
  • Gran Palacio de Constantinopla: fue su residencia y centro de gobierno. Se situaba en el corazón de Constantinopla, lo que hoy es la península antigua de Estambul, adyacente el Hipódromo, Santa Sofía y la Basílica Cisterna, entre otros importantes espacios. Ya apenas queda su recuerdo y algún mosaico recuperado arqueológicamente

Por todo ello, se puede decir que la huella del emperador Justiniano I en la Turquía actual es muy importante. Y a buen seguro nuestros guías, en sus explicaciones, harán mención a su reinado por haber contribuido a la grandeza de este territorio.

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