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El baño turco, en Turquía: paradoja de su nombre y difusión

Disfrutar de unos baños turcos en Turquía es uno de los planes más recomendables para quienes tienen tiempo libre en su circuito por el país, especialmente para quienes más aprecian las experiencias de relajación y bienestar. Pero, ¿sabes exactamente cuál es su origen y en qué consisten? En este post te explicamos todo lo que debes saber.

¿Qué es un baño turco o hammam ? Origen

La gran paradoja del baño turco es que, en realidad, no es originariamente turco, sino árabe. Tal y como los conocemos en la actualidad surgieron en los albores de la civilización islámica, en el siglo VII en Siria, asociados a la higiene corporal, a la socialización de hombres y mujeres (por separado) y también a la limpieza y purificación del cuerpo antes de la oración, pues el Islam da gran importancia a ello. De hecho, la palabra hammam deriva del árabe, que significa calor.

Con la rápida expansión de la cultura árabe, los hammams se difundieron también por los territorios conquistados, llegando incluso a la Península Ibérica (Al-Andalus). Asia Menor, por cercanía geográfica y cultural, asimiló también esta práctica, que llegó a Estambul tras la conquista musulmana de 1453. 

La expansión del imperio otomano ayudó también a divulgar los hammams en la Europa del Este. Al resto de territorios del Viejo Continente llegó también el conocimiento de estos recintos y rituales de higiene, así que por asociarse al imperio otomano, recibieron el nombre de ‘baños turcos’.

En realidad, haciendo justicia, la cultura árabe se inspiró claramente en las termas romanas, que era conocedora de ellas en buena medida por su prevalencia en los territorios dominados por el imperio bizantino. En dichas termas romanas está ya presente el concepto de higiene y relajación basado en los contrastes de calor y frío, fundamental en los hammams.

Funcionamiento de un hammam o baño turco

Los hammam son recintos cerrados, en algunos casos subterráneos, y su funcionamiento responde a un ritual más o menos estandarizado. En primer lugar, se accede al vestuario para desvestirse (manteniendo, por lo general, un bañador corto para la parte inferior). Tras ello, la primera sala caliente permitirá ir aclimatando el cuerpo, con temperaturas altas, pero no tanto como una sauna: a entre 40ºC y 50ºC aproximadamente. Al primer aclimatamiento ayuda también un primer remojón con agua igualmente caliente.

La siguiente sala es igualmente caliente, incluso con mayor calor si cabe, pero aquí lo diferencial es la humedad, cercana al 100% para abrir los poros, provocar sudoración y expulsar toxinas. El tiempo de permanencia aquí dependerá de la tolerancia al calor de cada cual.

Tras ello, se regresa a la primera sala caliente o a otra de similares características, para el baño higiénico propiamente dicho, con jabón. Y terminada la limpieza, se accede al cuarto frío o de enfriamiento, con temperaturas más bajas que las anteriores, tanto del ambiente como del agua. Aquí puede haber bancos, duchas o incluso piscinas para relajarse, terminar de retirar el sudor y aclimatar al cuerpo de vuelta a la normalidad.

El último paso del baño turco es opcional, y se trata de un masaje, aunque no precisamente un masaje de relajación como de costumbre: es un masaje vigoroso, que algunos conocen como un auténtico ‘aporreo’ por los golpes en los músculos y el crujimiento de las articulaciones, a cargo de tellak profesionales y para el que no todos están preparados.

Ahora que ya conoces qué es y cómo funciona un baño turco, ya sólo te queda visitar uno y disfrutar de la experiencia, algo que te contamos en otro post de este blog.

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