Se hacía necesario contar en un post por qué es especial el café turco, también conocido como café a la turca, pues es mucho más que una bebida. De hecho, está declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Aunque su descubrimiento no se dio aquí, sí llegó al imperio otomano antes que a otros muchos territorios del mundo: en el siglo XVI, probablemente durante el reinado de Solimán el Magnífico. Y desde entonces, se ha convertido en un elemento esencial de sus ciudadanos.
Preparación y degustación del café turco
Desde el punto de vista gastronómico, el café turco es especial por su preparación y por su sabor. Un rasgo diferenciador es que los granos se muelen de manera mucho más fina que otros cafés, por ejemplo el espresso italiano. Por ello, en la preparación no se recurre a filtros, de modo que el polvo de café se introduce en la bebida misma, pero sin llegar a la boca, pues éstos permanecen en forma de posos al fondo de la taza.
De manera resumida, estos serían los pasos de preparación del café turco:
- Los granos se someten a torrefacción
- Los granos torrefactados se muelen finamente
- El polvo de café, junto a una cantidad variable de azúcar, se cuece en agua dentro del cezve (cazuela metálica pequeña)
- Cuando la mezcla produce espuma, se retira del fuego
El momento de la degustación también sigue su propio protocolo, con las siguientes ‘reglas no escritas’:
- Se sirve en taza pequeña
- Se acompaña de un vasito de agua
- Se acompaña de una delicia turca o loukoum, que ‘dulcifica’ el sabor intenso del café
El café turco en la cultura del país
Pero si el café turco se convirtió en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad no fue (sólo) por su sabor y preparación, sino también por toda la tradición que lleva aparejada. De hecho, son muchas las situaciones de la vida cotidiana en las que el café está necesariamente presente.
Tradicionalmente se ha considerado al café como un aliado para hacer las paces: cuando dos vecinos discutían por algún asunto relacionado con la convivencia, se les ofrecía sendos cafés para que iniciaran su reconciliación.
El café turco también ha tenido siempre una importante presencia en los desposorios de los novios. Por ejemplo, cuando él y su familia acudían a la casa de ella a conocerse, ésta debía preparar un buen café que convenciera al futuro esposo de su buen hacer en este aspecto. Y cuenta la leyenda que si la novia no congeniaba con el novio (pues en muchas ocasiones no se conocían previamente), ésta introducía sal en vez de azúcar para provocar su rechazo.
Más famosa aún es la creencia en la capacidad de los posos del café para predecir el futuro: aficionados e incluso videntes profesionales usan sus dotes adivinatorias para interpretar los signos que quedan al fondo de la taza.
Se crea o no en estas supersticiones, lo cierto es que el momento de tomar café es en Turquía un acto social, con amigos y familiares, en muchas ocasiones como simple excusa para hablar de temas personales. Y así lo ha reflejado tradicionalmente la literatura, el cine y otras disciplinas artísticas en Turquía.
Dónde tomar o comprar café turco
Cualquier cafetería local de cualquier ciudad del país es buena para tomar un café turco. Y por supuesto, si tienes la suerte de que algún anfitrión te invite a uno en su propia casa, la experiencia será redonda. Pero para terminar el post, te damos dos propuestas concretas que puedes encontrar durante tu viaje.
La primera es el barrio-bazar de Kemeralti, en Esmirna, siempre vibrante por sus establecimientos pero donde no faltan las cafeterías para hacer un agradable alto en el camino. Y si lo que quieres es hacer café turco en casa, la segunda propuesta es la de la famosa tienda de Kuru Kahveci Mehmet Efendi, en el Gran Bazar de Estambul. En ese caso, ármate de paciencia, pues la cola suele ser larga.