El té es una bebida común a casi todos los países musulmanes, pues es una muestra de hospitalidad y respeto. Pero el té turco tiene una serie de particularidades que lo hacen distinto al de otros países de su entorno. En este post te contamos cómo es y cómo tomarlo, pues no deberías desaprovechar la ocasión de disfrutar de él en tu viaje: es una de las señas de identidad del país y te hará conocer mejor la cultura local, sobre todo si tienes la suerte de tomártelo con alguien de aquí.
Ingrediente del té turco
Lo primero que debes saber es que el té turco es distinto al que se elabora en otros países del mundo, incluidos los de mayoría musulmana. Una de las diferencias es su lugar de producción: prácticamente todo el té consumido en Turquía se produce dentro de sus fronteras, concretamente en la zona de Rize, en las costas del Mar Negro.
La variedad cultivada es la habitual del té verde (Camellia sinensis), pero se clasifica como té negro porque las hojas de la esta planta se someten a un proceso más prolongado de oxidación. Eso no sólo oscurece su color, sino que además hace aumentar su contenido de cafeína.
Elaboración y presentación del té turco
Por lo que respecta a la elaboración, llama la atención el empleo de doble tetera (çaydanlık), una encima de otra. O mejor dicho, una tetera con dos pisos, conectados entre sí. Esto es así para controlar la intensidad del té. De esa manera, al servir el té, es más fácil adaptar la intensidad al gusto de cada persona.
En estas teteras, el piso inferior se llena de agua, mientras que en la parte superior se sitúa el té. De esta manera, cuando el agua hierve, se vierte en el nivel superior para infusionarlo. Y al servirse, se rebajará su concentración al gusto de cada cual con el agua caliente del piso inferior. Como puede verse en la foto, se utiliza colador para filtrar el té.
La utilización de vasos de cristal está precisamente relacionado con ello: al ser transparente, es más fácil entender cuál es el punto de intensidad del té y así dejarlo en la mezcla deseada, sin necesidad de probarlo antes. En este sentido, el nivel deseado se sitúa entre los dos extremos: fuerte es más oscuro y se llama koyu, y el ligero es más claro y se denomina açık.
Otra curiosidad relacionada con los vasos es su forma, ligeramente a modo de campana invertida. Esto es así porque al parecer conservan mejor el calor del té, durante más tiempo. Además, no se suele llenar hasta arriba, sino que se deja varios centímetros libres para poder agarrarse con los dedos, precisamente donde el vaso se ensancha, lo que facilita el agarre.
El componente social del té turco
Por último, cabe resaltar el componente social del té turco, que es equiparable al del café, del que hablamos en este otro post. Tomar el té no es simplemente una parada técnica para reponer energías, sino que suele ser un acto social para compartir tiempo con otras personas, ya sea una invitación en casa o en un local ‘neutral’ de la ciudad. De hecho, aún pervive la tradición del vendedor ambulante de té que, equipado con una enorme tetera doble, sirve un vaso de té a quien así lo demande por la calle.
Por todo ello, no es de extrañar que haya tantos puestos de venta y que el pueblo turco sea tradicionalmente el mayor consumidor de té por persona, con unos 2,5 kg por persona al año, según algunas estimaciones. Según otras estadísticas, además, más del 85% de los turcos se declara bebedor habitual de té, lo que da cuenta de su difusión en la sociedad.