La música y la danza en Turquía son expresión de su cultura y folclore más popular, que en ocasiones hunde sus raíces muchos siglos atrás. En otros casos, son el reflejo de los gustos de las nuevas generaciones y, dado el gran tamaño del país y su posición estratégica entre Oriente y Occidente, supone una original mezcla de estilos que genera tendencia en sus países vecinos. En esta página te explicamos algunos de los aspectos más reseñables de la música y bailes locales, por si alguno de sus ritmos y shows enriquece tu viaje a Turquía.
Si nos ceñimos al folklore, la danza de Turquía de mayor singularidad e interés es quizás la sama, interpretada por los derviches giróvagos, también llamados mevlevíes. Se trata de un orden de derviches (sufíes ascéticos) que tienen como maestro al poeta Jalal al-Din Muhammad Rumi, del siglo XIII y con gran repercusión en el mundo musulmán.
En la sama o sema, los derviches giróvagos realizan un espectacular baile en grupo en el que giran sobre sí mismos con los brazos extendidos, en un gesto y movimiento que simboliza el ascenso de su espíritu hacia la verdad. Lo hacen al son de flautas, tambores y otros instrumentos típicamente turcos, como el kamanché (una especie de violín) o el saz (una versión del laúd). La sama tiene también un carácter meditativo, pues durante el espectáculo se cantan versículos del Corán, alcanzando estos danzantes una especie de éxtasis místico.
Sus atuendos son también inconfundibles: estos danzantes (sólo hombres) van ataviados con una larga túnica blanca que simboliza la pureza, con un vistoso vuelo por efecto de los giros, adoptando así una forma cónica llena de energía. Sobre la cabeza, sombreros también cónicos que simbolizan sus lápidas, quizás una referencia a las cúpulas de esta misma forma que coronan las mezquitas-mausoleo de los selyúcidas, imperio túrquico en el que surgió este baile de Turquía.
La mejor ciudad para disfrutar de estos espectáculos es quizás Konya, donde se encuentra el epicentro de esta orden de derviches giróvagos. Pero también encontrarás fácilmente espectáculos en lugares como Bursa, Capadocia y Estambul. Además, tanto en Konya como en Antalya encontrarás museos dedicados a esta danza de Turquía, que también se ha exportado a otros países dominados por el imperio otomano en el pasado, como Egipto.
Si los derviches giróvagos protagonizan una danza de Turquía ejecutada sólo por hombres, la danza del vientre lo es casi exclusivamente por mujeres. Pero su carácter es completamente distinto: a diferencia de la sama, que tiene un carácter religioso y místico, la danza del vientre tiene un componente de sensualidad que no se puede negar.
Este baile, que en Turquía se conoce como gobek dans, tiene unos orígenes inciertos, pudiendo incluso remontarse al Antiguo Egipto. Pero tuvo su mayor difusión en Oriente Próximo hace varios siglos, probablemente ligadas a espectáculos de esclavas y concubinas en los harenes. Y no fue hasta el siglo XX cuando las bailarinas de esta danza alcanzaron la profesionalización.
El show lo protagoniza una bailarina, y en ocasiones forman un grupo. Su vestimenta se basa en una falda larga de tipo sirena con aberturas laterales y abundante brillo, o bien un caderín (especie de cinturón) y pantalones bombachos. En la parte superior van ataviadas con un top y sobre los brazos, un velo que mueven al son del baile creando llamativas figuras que recuerdan, por ejemplo, las alas de un ave.
En cambio, el vientre queda al aire, de ahí que este baile se conozca también como la danza del vientre, pues esta parte del cuerpo adquiere un gran protagonismo. Además, lentejuelas y monedas colgantes dan brillo e incluso un sonido característico mientras la bailarina se mueve.
Todo este atuendo subraya y realza los movimientos de la baile, en los que la danzante asocia o disocia partes del cuerpo al son del ritmo, que en Turquía suele tener tendencia a la alegría y la vivacidad, en ocasiones con movimientos enérgicos de cadera, vientre y pecho, que se compensan con otros pasajes más lentos y fluidos.
Al tratarse de una danza famosa en el mundo y muy asociada a la cultura turca, existen numerosos locales en los que poder presenciar un espectáculo de este tipo. Por supuesto, en Estambul, pero también en el resto de destinos turísticos, a menudo en restaurantes que tienen su propio escenario y en cuyo gran salón se sirve también la cena.
Además de estos dos bailes de Turquía, hay otras danzas y expresiones folclóricas menos conocidas pero muy auténticas, que pueden contemplarse en festivales, espectáculos privados y celebraciones señaladas en el país.
Una de las más llamativas es el halay, típico de muchas partes de Anatolia, incluidas las de mayoría kurda, y es muy habitual en las bodas turcas. Los bailarines, normalmente mujeres, se agarran de la mano o de los hombros, formando un círculo o una línea, agitando el primero y el último un pañuelo o velo, mientras todos siguen el mismo ritmo, que comienza lento y termina más animado. Este baile tiene a menudo un carácter espontáneo y popular, sinónimo de fiesta y celebración.
El horon es otra danza de Turquía asociada a fiestas y que suele tener un carácter espontáneo. También se baila en grupo y cogidos de la mano, aunque en este caso con saltos mucho más enérgicos, al estilo de los cosacos. No es casualidad, de hecho, que este baile sea sólo típico en la región del Mar Negro.
Muy distinto es el fasil, conocido a menudo como música clásica turca o música otomana porque hunde sus raíces en ese periodo. Se trata de un género refinado que combina elementos locales con otros de tradición árabe y persa. Entre sus aspectos más llamativos, la utilización de instrumentos locales, como el oud o laúd árabe, el kanun (una especie de cítara), el darbuka (tambor de copa que se golpea con la mano) o el ney (una flauta de caña). Los encargados de interpretar estos ritmos son, a menudo, miembros de la etnia gitana en tabernas.
Pero lo más probable es que durante tu viaje a Turquía escuches, casi sin buscarlo, música actual, especialmente lo que se conoce como pop turco: música pegadiza y animada, con ritmos claramente orientales y fácilmente bailables, pues el público turco se caracteriza precisamente por una cierta desinhibición a la hora de mover su cuerpo.
Algunos artistas y grupos son auténticos fenómenos de masas, tanto en Turquía como en países vecinos, con un éxito que las nuevas plataformas digitales han amplificado por su facilidad de difusión. Entre las mujeres, la auténtica reina es Sezen Aksu, artista veterana que lleva en lo más alto desde hace varias décadas. Y entre los hombres, ese lugar lo ocupa Tarkan, un superventas que incluso llegó a tener una cierta penetración en el mercado europeo.
Otros artistas, en cambio, prefieren fusionar y experimentar con ritmos electrónicos, como Mercan Dede, mientras que otras bandas se dejan influir en mayor medida por el rock internacional. Además, el rap también ha calado entre la juventud urbana, dando lugar a un original estilo incisivo en lengua turca.
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