La religión de Turquía es, por abrumadora mayoría, el Islam, aunque con algunas peculiaridades que te contamos en esta página. Y así lo apreciarás durante tu viaje. Pero puede que también tengas ocasión de entrar en contacto con personas que profesan otras religiones, así que también hacemos mención a ello en las siguientes líneas que te ayudarán a comprender mejor la realidad religiosa del país.
El territorio que hoy conocemos como Turquía experimentó un proceso de islamización progresivo y posterior al de otros países árabes de su entorno: pese a que el imperio bizantino (de religión cristiana ortodoxa) se vio atacado por los diferentes califatos árabes desde el siglo VII, consiguió resistir hasta 1453, cuando cayó su moribunda pero simbólica capital, Constantinopla.
Hasta ese momento, el imperio bizantino había ido perdiendo terreno progresivamente. Primero frente a los selyúcidas: este pueblo túrquico, el primero en establecerse en Anatolia, tenía carácter nómada y se vio empujado por los mongoles al territorio de la actual Anatolia Oriental. Los selyúcidas habían abrazado el Islam siglos atrás, llegando incluso a controlar el califato abasí en el siglo XI, lo que da cuenta de su compromiso con esta religión.
El impulso definitivo lo dieron los otomanos, otro pueblo túrquico que continuó el avance hacia Constantinopla, tomándola en 1453 y haciendo caer el imperio bizantino, que ya sólo contaba con algunos territorios dispersos e inconexos entre sí. Desde entonces, todo el territorio de la actual Turquía ha estado íntegramente bajo dominación musulmana, siendo este imperio un impulsor y defensor de esta religión en otros territorios europeos y de Oriente Próximo.
Aunque los datos oficiales y no oficiales varían de unos a otros, un cálculo aproximado indica que el 95% de los turcos son musulmanes, de los cuales más de tres cuartas partes profesa la rama suní, mientras que el restante opta por la alternativa chií, principalmente alevís, repartidos por regiones de Anatolia Oriental.
Oficialmente, la República de Turquía es laica, pues esa fue una de las grandes premisas del proceso nacionalizador de Mustafa Kemala Atatürk en los años 20 del pasado siglo. Por ello, se garantiza la libertad de culto, aunque con limitaciones y trabajas para aquellas religiones que no son el Islam. Además, en los últimos años, sobre todo desde los gobiernos de Recep Tayyip Erdoğan, se aprecia un cierto conservadurismo religioso que limita la secularización de las instituciones, en especial la escuela pública, donde los alumnos reciben formación musulmana suní.
Además de los musulmanes sunitas y los chiitas alevís, existe también una parte de la etnia kurda que profesa un tipo de religión propia, el yazidismo, anterior al Islam pero también de carácter monoteísta y con algunos aspectos en común con el sufismo islámico, así como influencias del zoroastrismo persa y otras religiones mesopotámicas.
A pesar de los datos que indican la abrumadora mayoría del Islam como religión de Turquía, diferentes estudios indican que crece el número de personas que, pese a ser oficialmente musulmanas, se declaran no religiosas o, al menos, no practicantes: en torno a un tercio de la sociedad.
Además, cabe decir que la mayoría de turcos no siguen los preceptos islámicos tan a rajatabla como en otros países de su entorno. Por ejemplo, la oración del viernes no se concibe como un momento de pausa obligatoria en los quehaceres diarios. Y pequeños detalles como la gran proporción de mujeres musulmanas que no usan el hiyab también llamará la atención del viajero. En cualquier caso, sí tienen un carácter generalizado la celebración de las fiestas musulmanas preceptivas, con su correspondiente rezo en la mezquita, así como el ayuno durante el mes de Ramadán.
Si tu viaje a Turquía va a suponer tu primera experiencia en un país musulmán, te vendrá bien conocer algunos aspectos clave de dicha religión. Lo más destacado son sus 5 pilares o preceptos que todo musulmán debe repetar:
El libro sagrado del Islam es el Corán, que es la reproducción escrita de la palabra de Alá, que Mahoma recibió de éste por medio del Arcángel Gabriel. Este arcángel, de hecho, también está presente en las otras dos religiones monoteístas (judaísmo y cristianismo), con las que guarda numerosos elementos en común, como el reconocimiento del estatus de profetas a Adán, Noé, Abraham, Moisés y Jesús (este último, sólo para los cristianos), y de hecho aparecen mencionados en el Corán. Sin embargo, el elemento diferenciador para los musulmanes es que consideran a Mahoma el último y más importante de los profetas, y su religión la versión perfeccionada de las anteriores.
La lejanía de Turquía con respecto a los lugares centrales de Islam (Medina, La Meca, Jerusalén) hacen que Mahoma no llegara hasta aquí y, por tanto, en su territorio no existen lugares tan sagrados como los de otros países de Oriente Próximo, relacionados con este profeta o sus inmediatos sucesores.
En este sentido, el único lugar sagrado que tiene carácter mítico para musulmanes (y para cristianos y judíos) es el Monte Ararat donde, según relato bíblico, encayó el Arca de Noé tras el diluvio universal. Esta imponente montaña, la más alta de Turquía, se ubica en el extremo oriental del país, junto a la frontera con Armenia.
Sin embargo, en Turquía hay incontables mezquitas, algunas de ellas absolutamente monumentales, que gozan de la máxima consideración entre sus fieles. Una breve lista de las mezquitas principales son:
Además de estas mezquitas, se pueden destacar las madrasas, que también son muy numerosas en toda Turquía: son escuelas coránicas donde se forman los futuros imanes y otras personalidades relacionadas con la religión en Turquía. Algunas de ellas son históricas y monumentales.
En algunos casos, hay madrasas dentro de las mezquitas. Es así desde tiempos otomanos, puesto que un concepto innovador que se desarrolló con este imperio es el de la mezquita como centro social: así, el templo no solo se empleaba para fines religiosos, sino también como punto de encuentro y apoyo común para sus gentes, con otros espacios como bibliotecas, hospitales, etc.
También merece una mención especial la importancia que tiene en este país la tradición sufí (la versión más mística y espiritual del Islam), gracias al poeta místico Yalal al-Din Rumi, que creó escuela mediante la orden de derviches giróvagos: pese a su origen persa, se estableció en Konya en tiempos del Sultanato de Rum (imperio túrquico selyúcida), de modo que su legado ha quedado asociado para siempre a esta región turca, donde estas danzas místicas se han convertido en una seña de identidad.
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