No hay otra ciudad en el mundo como Estambul. Ni siquiera una que se le parezca remotamente. Parece una frase hecha que se aplica en otros muchos casos. Pero estas palabras aparentemente vacías de significado adquieren todo su sentido y fuerza en Estambul. Por su ubicación geográfica, por su riquísima historia, por la majestuosidad de sus monumentos, por su vibrante ritmo de vida y por tantas otras cosas. Estambul es, sencillamente, el sueño de todo viajero que desea explorar destinos llenos de personalidad. Por ello, si te gusta viajar, Estambul es una de esas ciudades que deberías visitar, al menos, una vez en la vida… aunque para descubrirla por completo, necesitarías precisamente toda una vida.
Uno de los grandes encantos de Estambul está, precisamente, en su singular ubicación: a ambas orillas del espectacular Estrecho del Bósforo, que es la frontera natural entre Europa y Asia, entre Occidente y Oriente. Si bien en siglos pasados su núcleo estaba en el lado europeo, su progresiva expansión propició que el lado asiático haya alcanzado una extensión e importancia similares.
Este Estrecho del Bósforo tiene una anchura de entre 0,7 km y 3,7 km, y es atravesado por tres puentes, dos de los cuales están en la ciudad de Estambul propiamente dicha: el Fatih Sultan Mehmet y el Puente del Bósforo, este último el más cercano al centro. Además, hay otros tres puentes principales que cruzan el Cuerno de Oro, un estuario que discurre por la parte europea y desemboca en el Estrecho del Bósforo. También cuenta con el túnel Eurasia, bajo las aguas, ubicado en el punto más sureño del estrecho. En cualquier caso, una de las formas más habituales y populares de cruzar de un lado a otro es a través de sus numerosos transbordadores o ferris.
Otra particularidad geográfica de Estambul es su orografía, a base de diferentes colinas, repartidas sobre todo en su parte europea y, más concretamente, en su famosa península antigua, lo que supone un curioso paralelismo con la ciudad que la inspiró siglos atrás: Roma.
Administrativamente, Estambul es capital de la provincia homónima que, al mismo tiempo, forma parte de la región de Mármara, una de las 7 en las que está dividida Turquía. La ciudad cuenta con una población estimada de más de 15 millones de habitantes, lo que la convierte en la más poblada del país, prácticamente triplicando a la siguiente, la capital Ankara.
Estas son las distancias aproximadas que separan a Estambul del resto de grandes destinos turísticos por carretera:
No cabe duda de que Estambul es la gran puerta de entrada a Turquía, por diferentes razones: su innegable atractivo turístico que la convierte en destino imprescindible para millones de viajeros, pero también por su cercanía a Europa y, sobre todo, por sus magníficas instalaciones de transporte internacional. Estas son las diferentes formas que puedes explorar para llegar a Estambul desde tu país.
Estambul cuenta con dos aeropuertos internacionales que dan servicio a los habitantes y turistas de la ciudad. Sin embargo, difieren entre sí en su distancia con respecto al centro:
Ya sea a través de uno o de otro, Estambul está conectado con más de un centenar de destinos internacionales, repartidos por Europa, Oriente Próximo, África, Asia, Norteamérica, Latinoamérica e incluso Oceanía. Para conocer los destinos con los que ambos aeropuertos están conectados, puedes visitar nuestra página Cómo llegar.
Conviene recordar que el Aeropuerto Internacional de Atatürk ya no ofrece servicio de vuelos regulares comerciales, pues su función ha sido sustituida por el Aeropuerto de Estambul. En cambio, sólo se utiliza para vuelos de carga, institucionales y de otro tipo.
Si tu opción es alquilar un coche o contratar un traslado privado en vehículo, las opciones para entrar en Estambul son numerosas, pues está servida por muchas autovías procedentes de otras grandes ciudades del país o incluso de otros países, en el caso de la parte europea. Las principales autopistas de entrada a la ciudad son:
La opción de llegar en autobús a Estambul es factible para quienes viajan desde otras ciudades turcas y para quienes lo hacen desde algunos países vecinos a Turquía, como son Bulgaria y Grecia, aunque las opciones son limitadas. Las principales estaciones de autobús de Estambul son:
La pequeña pero moderna red de trenes de alta velocidad de Turquía, conocida como YHT (Yuksek Hizli Treni), tiene a Estambul como un punto neurálgico importante. Su estación principal es Estambul Söğütlüçeşme, que actúa como cabeza de dos líneas que recorren el país. Son:
En cambio, si lo que buscas es llegar a Estambul desde otro país mediante trenes-cama nocturnos e internacionales, existen dos opciones posibles:
Otra puerta de entrada para viajeros a Estambul es la de su nuevo puerto, Galataport, una espectacular y moderna infraestructura que ha revitalizado su entorno (Karaköy o Galata). Uno de los aspectos interesantes es su integración en el entorno, pues en realidad la terminal de pasajeros se ubica bajo tierra. Es aquí donde desembarcan los grandes cruceros que llegan a la ciudad, que en su mayoría son de carácter privado y no de línea regular.
Para comprender una ciudad tan compleja como Estambul, es fundamental conocer su historia, puesto que lo que vemos en la actualidad es la suma de todas las civilizaciones que han pasado por aquí. Como es lógico, la que mayor peso ha tenido es la otomana, pero antes de su ascenso al poder, aquí ocurrieron muchos otros episodios que han configurado la ciudad actual. Y es preciso conocerlos.
La fundación de la ciudad se remonta, según la leyenda, al 667 a.C: fueron unos colonos llegados de Megara (cerca de Atenas) quienes se establecieron aquí, en una población que llamaron Bizancio. Sin duda, tuvieron una visión de futuro, pues explotaron desde el principio su posición estratégica, cobrando peajes de paso por el Estrecho del Bósforo. Y eso hizo que los persas pusieran sus ojos en ella, ya en el siglo VI a.C, llegando incluso a tomarla, aunque por breve periodo.
En los siglos posteriores, desarrolló una productiva alianza con Roma, manteniendo un estatus de cierta libertad incluso tras ser incorporada al Imperio (siglo I d.C). Pero las posteriores luchas de poder y la guerra civil provocaron su destrucción: fue Septimio Severo (finales del siglo II) quien la sitió y arrasó… aunque también se encargó de su reconstrucción, sabedor de su importancia estratégica.
Pero la verdadera refundación de la ciudad se puede atribuir a Constantino, el primer emperador cristiano que, en una nueva guerra civil, se convirtió en gobernante único del Imperio (anteriormente se había decretado una Tetrarquía). Este emperador vencedor decidió trasladar la capital al lugar donde se había producido su victoria final, es decir, a orillas del Bósforo y quién sabe si porque aquí también hay siete colinas, como en Roma. Fue un proyecto poco menos que faraónico, ampliando murallas, hipódromo y todo tipo de infraestructuras. Se inauguró en el 330 con el nombre oficial de Nueva Roma, pero todos pasaron a conocerla como Constantinopla, es decir, la ciudad de Constantino.
Su crecimiento fue imparable también con los siguientes emperadores y, sobre todo, desde que se quedó como gran centro de poder tras la caída del Imperio Romano de Occidente: ahora ya sólo seguía en pie el de Oriente, renombrado como Imperio Bizantino, con Constantinopla como capital.
Emperadores como Teodosio II y, sobre todo, Justiniano, reforzaron su sistema defensivo e infraestructuras, y embellecieron la ciudad hasta lo inimaginable, promoviendo la construcción de espectaculares basílicas, a cargo de arquitectos de primer orden como Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto. Las de Santa Sofía y de los Santos Sergio y Baco (hoy, Aya Sofya y Pequeña Aya Sofya) son el mejor ejemplo de ello.
Aunque el periodo de esplendor del siglo VI con Justiniano no tuvo su réplica después, los siguientes siglos mantuvieron a Constantinopla como el gran referente cristiano, político y económico de la zona. Y en ella pusieron sus miras los principales imperios que se formaron después: el árabe, que trató de conquistar sin éxito la ciudad en varias ocasiones, o el selyúcida (antecesor del posterior otomano).
Otro tipo de lucha plantearon también las potencias navales venidas del Mediterráneo occidental, en especial Venecia, que fue disputando su dominio de las rutas comerciales de la zona: Constantinopla era un hub estratégico para el comercio y distribución de importantes materias primas en Occidente, como el trigo y, sobre todo, las especias.
Además, otra cuestión situó a Constantinopla en el mapa geoestratégico: las Cruzadas. Su posición como lugar de paso y avituallamiento de los, en teoría, aliados cristianos hizo que muchos recalaran aquí en los siglos X y XI. Sin embargo, al comienzo de la siguiente centuria (1204) las tropas de la Cuarta Cruzada (al mando del dux de Venecia) provocaron uno de los episodios más tristes de su historia: el Sitio de Constantinopla, que terminó en su saqueo total, consecuencia de fuertes desavenencias entre éstos y el emperador Alejo IV. La pérdida patrimonial de ese episodio todavía es patente en muchos de los restos arqueológicos de la ciudad.
Constantinopla, desde entonces, fue contando con mayores dificultades para garantizar la defensa de su territorio. No obstante, siguió siendo ciudad de acogida para colonos extranjeros, como es el caso de los genoveses, otra potencia marítima del momento, y buen ejemplo de ello fue la construcción de una ciudadela y una torre de vigilancia: la Torre de Gálata. También está documentada la presencia de numerosos venecianos, griegos, armenios y personas de otras procedencias.
Pero si 1204 fue un año aciago para Constantinopla, peor (desde el punto de vista cristiano) fue 1453: fue la fecha de la caída definitiva de esta ciudad a manos musulmanas, concretamente las del Imperio Otomano, que se había fundado un siglo y medio antes y que tenía como gran objetivo la conquista de esta ciudad estratégica, cercándola en varias ocasiones antes. De hecho, la convirtió en su capital nada más tomarla, con el nombre de Estambul, trasladando la corte desde la anterior, Edirne.
El sultán que pudo colgarse esa medalla fue Mehmed II, que entonces contaba con poco más de 20 años de edad, y que desarrolló una estrategia audaz para sortear las defensas marítimas y terrestres de los defensores bizantinos. En dicha defensa murió el último emperador bizantino, Constantino XI Paleólogo.
Mehmed II, en cambio, desarrolló una política de acogida de cristianos, incluidos los genoveses de Galata, y promovió una ambiciosa reconstrucción de la ciudad. Le siguieron otros sultanes, destacando quizás Solimán el Magnífico, que contó con los servicios de uno de los arquitectos más importantes de la Historia: Mimar Sinan, autor de numerosas mezquitas que hoy están entre las más visitadas. El Palacio de Topkapi pasó a ser el gran centro de poder del imperio y se mantuvo la política de puertas abiertas, siendo Estambul el destino de miles y miles de judíos serfarditas expulsados de la Península Ibérica.
Pero como en todos los imperios y grandes civilizaciones, alcanzado un cénit se inicia un progresivo periodo de decadencia. Y en el caso del otomano, duró varios siglos, pero fue implacable: se trataba de un gigante con pies de barro y con dificultades para gestionar un territorio tan vasto, aunque de ello escapó en cierta medida Estambul por ser la sede de la corte y el lugar de residencia de las clases más altas del imperio.
Palacios como el de Dolmabahçe o el de Beylerbeyi, ambos levantados en el siglo XIX en las inmediaciones del Bósforo, nada anuncian sobre dicha decadencia, pero sí de la cada vez mayor influencia europea en el concepto de gobierno y desarrollo económico del momento.
Los vientos de renovación eran cada vez más potentes a comienzos del siglo XX y la derrota en la Primera Guerra Mundial (1914-1919) fue prácticamente la puntilla para la desaparición del imperio otomano, aunque el patriotismo turco volvió a sonreír poco después con la victoria en la guerra greco-turca (1919-1922). Ese optimismo elevó a la figura fuerte del momento, el general Mustafa Kemal, conocido como Atatürk… que, no obstante, se llevó la capital a Ankara, lo que supuso un golpe económico duro para Estambul.
Eso supuso un caldo de cultivo para unas décadas de cierto descontento y conflictividad social en la ciudad, con pronunciamientos militares incluidos. Y de esa situación emergió, de nuevo, una figura fuerte, en este caso Tayyip Recep Erdogan, natural de esta ciudad, quien inició su carrera política como alcalde de Estambul, para después convertirse en Presidente de Turquía.
En la actualidad, Estambul es una megaciudad que se apoya en los grandes proyectos de infraestructuras del Estado (nuevo aeropuerto, nuevo puerto de cruceros, etc.) y en un sector turístico cada vez más pujante para convertirse en la imagen y seña de identidad de la nueva y moderna Turquía. Y todo ello sin erradicar las desigualdades sociales en sus diferentes barrios ni olvidar el temor permanente a las sacudidas de la tierra, que ya ha protagonizado importantes terremotos en el pasado, lo que supone un reto de ingeniería para instituciones y constructores privados.
Hay mucho que ver en Estambul. Tanto, que en un día resulta imposible verlo todo… pero lo mismo ocurriría en una semana. Por tanto, es importante tener claro cuáles son sus principales puntos de interés para poder priorizar y no dejar escapar lo importante. A continuación indicamos los lugares que ver en Estambul según su barrio o zona, lo que te ayudará a comprender cómo organizar el programa de visitas.
La Ciudad Vieja, también llamada a veces Península Vieja por tratarse de un espacio rodeado por agua en sus lados norte (estuario del Cuerno de Oro), este (Estrecho del Bósforo) y sur (Mar de Mármara), es la zona de la ciudad donde se ubica el núcleo antiguo de Estambul. Es decir, lo que fue la Bizancio griega, posteriormente Constantinopla con los imperios romano y bizantino, y ya definitivamente Estambul con el Imperio Otomano. Aquí, de hecho, se encuentra lo que se considera el ‘centro neurálgico’ de la ciudad: la plaza de Sultanahmet, lugar de reunión, eventos y mucho más.
Por ser el Imperio Otomano la última de las grandes potencias que dominaron esta ciudad, la mayoría de puntos de interés están relacionados con ello. En concreto, mezquitas: son numerosas y perfectamente reconocibles, por su peculiar estilo de planta centralizada y esbeltos minaretes con punta cónica en los extremos. Y todas ellas son interesantes, pero por razones históricas y estéticas, las más visitadas por los viajeros son:
No todos los grandes monumentos de época otomana son mezquitas. De hecho, uno de los lugares imprescindibles e icónicos es el Palacio de Topkapi, que fue el centro de poder de los sultanes desde el siglo XV, poco después de la caída de Constantinopla en manos otomanas. Se trata de un gran complejo con patios y espacios verdes, donde el viajero puede comprender la grandiosidad de aquel imperio y del lujo de la corte, no exento de excesos: harén, el Tesoro Imperial o la Sala de Audiencias son algunos espacios que dan cuenta de ello.
Otro vestigio interesante de la época otomana que suelen formar parte de los tours turísticos es la Fuente del Sultán Ahmet III, promovida en el siglo XVIII por uno de los gobernantes que más promovieron la cultura en la ciudad. No es la única fuente ornamental y monumental del centro: también se puede mencionar la Fuente Alemana, en la misma plaza de Sultanahmet, con una historia bien distinta, pues fue un regalo de este país y su emperador (Guillermo II), por entonces aliado estratégico, para conmemorar su visita oficial a la ciudad, a finales del siglo XIX.
Pero los viajeros con interés en la época pre-otomana de Estambul también encontrarán numerosos vestigios en la ciudad vieja. Sin ir más lejos, la plaza de Sultanahmet era el antiguo hipódromo de la Constantinopla romana: basta fijarse en su trazado y hacer un ejercicio de imaginación para comprenderlo. A ello también ayudan los tres principales elementos supervivientes de aquel periodo: el Obelisco de Teodosio (que en realidad data del periodo del faraón egipcio Tutmosis III y fue traído aquí por el emperador romano que le dio nombre), la Columna de Constantino (en honor del emperador que refundó la ciudad) y la Columna Serpentina (uno de los pocos vestigios de la Bizancio griega, del siglo V a.C). Además, uno de sus espacios visitables más sorprendentes, a medio camino entre el yacimiento arqueológico y el monumento artístico, es la Cisterna Basílica.
Y por supuesto, otro de los atractivos inconfundibles de la ciudad vieja de Estambul son sus bazares, en los que el viajero puede perderse horas y horas, dejándose llevar por sus sentidos: la vista para deleitarse de su colorido y formas, el gusto para degustar las delicias de la gastronomía turca, el olfato por el aroma inconfundible que despierta el género vendido (ya sean alimentos o no), el tacto para disfrutar de la suavidad de determinados productos y el oído por el sonido inconfundible de sus comerciantes y compradores.
De todos estos bazares, destaca sin duda el Gran Bazar, considerado uno de los más grandes del mundo y que hunde sus orígenes en el siglo XV, poco después de que Constantinopla pasara a ser Estambul. Se calcula que cuenta con más de 3.500 tiendas y que recibe unos 300.000 visitantes al día, entre turistas y estambulitas.
No menos interesante es el Bazar Egipcio o Bazar de las Especias, llamado así porque ese es el principal género en venta, aunque no el único. Sin duda, un espacio que nos retrotrae al pasado, cuando estos productos se consideraban artículos de lujo, pero que también nos introduce en el presente de la cocina turca.
Por Bósforo se entiende la zona que queda a ambas orillas de este Estrecho, al norte de la ciudad vieja y Gálata. Tierra adentro, existen lugares de interés menos conocidos. Pero desde el punto de vista turístico, lo verdaderamente interesante es navegar por las aguas de esta vía marítima a bordo de un crucero local y deleitarse con los encantos que aparecen en primera línea, elevándose imponentes y majestuosos.
Aquí son famosos los yali, que son edificios residenciales de la alta sociedad. Algunos de ellos surgieron ya en el siglo XVIII, pero los más singulares son del siglo XIX, surgidos aquí gracias a la inversión de las clases pudientes, deseosas de retirarse de la ciudad sin alejarse demasiado de ella. Las más pintorescas están hechas en madera y cuentan con varias plantas. Otras están construidas en un estilo más eclecticista y clásico, de influencia europea.
Es el caso del Palacio de Beylerbeyi, lugar de descanso de sultanes otomanos y de acogida para grandes mandatarios políticos en su visita a la ciudad. Otro buen ejemplo es el Palacio de Dolmabahçe, máximo exponente de la suntuosidad otomana en el siglo XIX y de la influencia clasicista europea, con interiores de enorme refinamiento, con espectaculares colecciones de arte y artesanía de lujo.
Si la ciudad vieja, al sur del Cuerno de Oro, puede considerarse la zona más monumental e histórica, la que se sitúa al norte de ese estuario puede considerarse la más popular y animada desde el punto de vista social. Aquí existen diferentes barrios, cada uno con su propia personalidad, donde pasear sin rumbo es a veces el mejor plan posible.
El barrio más famoso es quizás Galata, que actualmente se conoce como Karakoy. En su origen, fue una colonia de genoveses que se establecieron aquí en el siglo XIII, en tiempos aún de la Constantinopla bizantina. Aunque poco queda de la ciudadela levantada por ellos, sigue en pie y bien erguida la Torre de Galata, monumento más sobresaliente de aquel periodo y de la zona. Una torre que se puede visitar y subir hasta su cima, regalando así las mejores vistas de la ciudad, en especial de la península antigua al otro lado del Cuerno de Oro.
Por su parte Beyoglu se puede considerar la zona más occidental de la ciudad, donde se concentran algunas de las principales tiendas de moda y locales de ocio y restauración de Estambul, así como algunas embajadas y galerías de arte. Junto a Beyoglu se encuentra Taksim, otra zona que destaca por su modernidad y ambiente que enamora a los turistas. De esta plaza surge la calle más comercial de la ciudad, Istikkal Caddesi, que congrega a estambulitas y turistas en cualquier momento del día y de la noche.
Estambul no termina ahí, ni mucho menos, sino que abarca otros muchos barrios, tanto en la parte europea como en la asiática, por los que merece la pena perderse y curiosear si se dispone de tiempo. Algunos de ellos son:
Aburrirse en Estambul es algo realmente complicado: ofrece tantos planes y tan variados, que siempre encontrarás algo que hacer adaptado a tu perfil. Además, estos planes están muy repartidos por los diferentes barrios de la ciudad, por lo que será una excusa para desplazarse y salir de los habituales recorridos turísticos.
En el plano cultural, los museos de Estambul son de enorme interés y están entre los mejores del país. Los más destacados son:
En el ámbito de los festivales, Estambul también tiene mucho que ofrecer. Estos tienen unas fechas de celebración muy específicas, pero si tienes la suerte de que tu viaje coincide con ellos, puedes aprovechar para enriquecer tu estancia en la ciudad. Entre los festivales de mayor renombre están:
La gastronomía, al igual que en el resto del país, es otro de los ganchos para muchos viajeros. La cocina turca goza de gran prestigio en Oriente Próximo, hasta el punto de inspirar las recetas de todos sus vecinos. Las áreas donde mejor puedes desatar tu placer culinario son el entorno de Taksim y Beyoglu en general, así como el Puente de Gálata.
Ir de compras en Estambul es toda una experiencia, puesto que podrás hacerte con artículos de lo más variado. Si lo que buscas es artesanía tradicional y productos hechos con corazón, puedes adentrarte en el Gran Bazar. En cambio, si lo que buscas son compras más sofisticadas y contemporáneas, ya sea en el plano de la moda, de los complementos o del diseño, una buena opción es acudir a Istikkal Caddesi y sus calles aledañas.
La vida nocturna de Estambul es probablemente la más animada de toda Turquía, con permiso de algunos destinos vacacionales costeros. Un barrio donde se concentran más locales de ambiente de este tipo es Nisantasi. Mención especial merece la zona de Galataport, renovada al calor de este espectacular puerto, donde podrás encontrar los locales más chic y selectos de la ciudad.
A nadie se le escapa que uno de los grandes atractivos de Turquía en general y de Estambul en particular son sus hammams o baños turcos. En esta ciudad encontrarás numerosos lugares en los que relajarse gracias a sus piscinas a diferente temperatura, donde además se ofrecen servicios de bienestar y salud, como masajes y tratamientos para la piel.
Y por último, una propuesta que también atrae a muchas personas: el fútbol. Estambul es probablemente una de las ciudades más futboleras del mundo, como demuestra el hecho de haber sido la sede de dos finales de Champions League, concretamente en el estadio Atatürk. Fue en 2005 (entre el Milan y el Liverpool, con victoria de estos últimos) y en 2023 (entre el Inter y el Manchester City, también con victoria inglesa).
El mencionado estadio olímpico es el lugar de celebración de los partidos de la Selección turca (y del club Fatih Karagümrük SK). En cambio, los tres grandes clubes de fútbol de la ciudad (y que todo aficionado a este deporte conoce) son el Beşiktaş, el Fenerbahçe y el Galatasaray, que tienen sus propios estados: el Vodafone Park, el Ulker Fenerbahce Sukru Saracoglu Stadium y el RAMS Park. Presenciar un partido en cualquiera de ellos es toda una experiencia, pues sus aficiones destacan por la pasión con la que animan a sus respectivos equipos.
Para explorar de manera libre Estambul, te vendrá bien conocer una serie de informaciones útiles. Te las presentamos a continuación.
Estambul es una ciudad muy grande y muy poblada, a lo que hay que sumar los millones de turistas que recibe cada año. Por ello, ha tenido que desarrollar un sistema de transporte público que satisfaga las necesidades de movilidad de quienes por aquí transitan. Y aunque probablemente resulte insuficiente en determinados momentos, como indican los momentos de congestión que ponen a prueba la paciencia de más de uno, lo cierto es que las opciones para moverse libremente por la ciudad son variadas. Este es un listado de los sistemas de transporte público que puedes tener en cuenta:
Para cualquier otra información que no esté presente en esta página, puedes acudir a una de las oficinas de turismo, que están repartidas por puntos estratégicos de la ciudad. Las principales son:
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