Hierápolis y Pamukkale

Hierápolis y Pamukkale: castillo de algodón, ciudad balneario y el encanto de la Antigua Grecia

Visitar Hierápolis y Pamukkale es como viajar a un mundo de fábula en el pasado. De fábula, porque las terrazas de travertino blanco que aquí se ubican parecen sacados de un cuento de hadas. Y al pasado, porque la ciudad balneario que aquí floreció conserva espectaculares monumentos y restos arqueológicos, entre los mejores de la Antigua Grecia. Así que si te seduce la idea de pasear por aquí e incluso darte un chapuzón en sus aguas termales, en las siguientes líneas te ofrecemos toda la información que debes saber.

Tabla de contenidos

Qué son y dónde están Hierápolis y Pamukkale

Hierápolis y Pamukkale son dos destinos turísticos en uno, en la provincia de Denizli, en el sector suroccidental de Anatolia. Por un lado, Pamukkale es el pueblo de unos 2.000 habitantes que da nombre al parque natural de sus afueras, caracterizado por el espectacular afloramiento de travertinos de calcita blanca en terrazas, todo ello ‘regado’ por aguas termales que por aquí fluyen y se embalsan en pequeñas pozas.

Y por otro lado, Hierápolis es la antigua ciudad-balneario surgida junto a dichos afloramientos de travertino, situada a unos 3 km del pueblo actual de Pamukkale y al pie de la zona natural. Mientras el pueblo de Pamukkale se encuentra a una cota más baja de los travertinos, la ciudad de Hierápolis está más elevada, extendiéndose por un altiplano que ofrece espectaculares vistas del entorno desde algunos puntos.

Aunque son dos espacios diferentes e interesantes por distintas razones, la cercanía entre ambos hizo que se protegiera como un único lugar, declarándose Patrimonio Mundial de la Unesco en 1988, con el nombre de Hierápolis – Pamukkale.

En realidad, el nombre de Pamukkale tiene un significado poético y metafórico: “castillo de algodón”, en turco, lo que da cuenta de su carácter elevado (cuando se mira desde el pueblo de Pamukkale) y la limpia blancura de la colina. Hierápolis, por su parte, significa “ciudad sagrada” en griego antiguo, lo que permite imaginar el respeto y veneración que tuvo este lugar para aquella civilización.

Teatro Hierapolis

Clima de Hierápolis y Pamukkale

El clima de Hierápolis y Pamukkale es mediterráneo, es decir, con inviernos relativamente suaves (rara vez las temperaturas descienden de 0º por la noche), con veranos cálidos (35º de máxima media) y precipitaciones escasas, concentrándose en los meses de invierno y primavera, siendo menos de 100 los días de lluvia al año.

Sin embargo, el hecho de encontrarse en el interior de Anatolia, a unos 200 km en línea recta del mar, y una cierta altitud (350 msnm) hace que se den notas continentales, como una cierta excursión térmica entre el día y la noche. En los meses de verano, conviene protegerse frente al sol y las altas temperaturas. Y si vas a caminar por los travertinos en las horas centrales del día, es importante protegerse los ojos, puesto que la luz reflejada en la roca y en el agua puede llegar a ser cegadora.

Cómo llegar a Hierápolis y Pamukkale

La gran puerta de entrada a Hierápolis y Pamukkale es Denizli, la capital de la provincia en la que se encuentran estos lugares. Esta ciudad, de unos 700.000 habitantes, se ubica a escasos 20 minutos de distancia, por lo que se puede tomar como referencia para quienes opten por viajar en un medio de transporte colectivo, como el tren o el autobús.

Cómo llegar en avión a Hierápolis y Pamukkale

La forma más rápida y cómoda para llegar hasta Hierápolis y Pamukkale es, sin duda, utilizar el avión, ya sea mediante un vuelo nacional desde otras partes de Turquía o bien con un vuelo internacional desde otro país. De hecho, hay dos aeropuertos que pueden dar servicio a este destino turístico.

El más cercano es el Aeropuerto de Denizli Çardak (código IATA: DNZ): se encuentra a unos 70 km al este de Hierápolis y Pamukkale. El problema es que las rutas aéreas que ofrece son sólo nacionales y algunos vuelos estacionales procedentes de otros países de Oriente Próximo, principalmente Irán y Arabia Saudí. No obstante, hasta aquí llegan vuelos desde los dos aeropuertos de Estambul (Aeropuerto de Estambul y Aeropuerto de Sabiha Gökçen), de modo que resulta fácil integrar este destino en un circuito por Turquía.

El otro aeropuerto que da servicio a Hierápolis y Pamukkale es el de Esmirna-Adnan Menderes (código IATA: ADB). Está más alejado que el anterior, a unos 240 km al oeste, lo que supone un trayecto de algo menos de 3 horas. Sin embargo, la ventaja de este aeropuerto es que sí cuenta con un tráfico aéreo notable, tanto en número de pasajeros como en destinos nacionales e internacionales que ofrece. De hecho, es uno de los más grandes del país, con unos 12 millones de pasajeros al año. Esta es la lista de rutas aéreas internacionales que suelen estar disponibles aquí:

  • Atenas, Heraclión (Grecia), Dublín, Cork, Shannon (Irlanda), Londres, Birmingham, Mánchester (Reino Unido), Bakú (Azerbaiyán), Daca (Bangladesh), Nueva York (Estados Unidos), Ámsterdam (Países Bajos), Bruselas (Bélgica), Teherán, Isfahan (Irán), Moscú (Rusia), Múnich, Düsseldorf, Colonia/Bonn, Dortmund, Hamburgo, Frankfurt, Hannover, Stuttgart, Berlín, Bremen, Munster, Núremberg (Alemania), Ciudad de Luxemburgo (Luxemburgo), Ercan (Chipre del Norte), Plovdiv, Sofía (Bulgaria), Jeddah, Medina (Arabia Saudí), Basilea, Zúrich (Suiza), Bruselas, Lieja, Ostende (Bélgica), Copenhague (Dinamarca), Helsinki (Finlandia), Nantes, París, Estrasburgo (Francia), Viena (Austria), Milán, Roma (Italia), Salalah (Omán), Gotemburgo, Malmo, Estocolmo (Suecia), Oslo (Noruega), San Petersburgo (Rusia), Kiev (Ucrania)

 

Por lo que respecta a los aeropuertos nacionales que están conectados con Esmirna-Adnan Menderes, la lista también es amplia: Adana, Ankara, Antalya, Diyarbakir, Elazig, Gaziantep, Hatay, Estambul (tanto el Aeropuerto Internacional de Estambul como el de Sabiha Gökçen), Kayseri, Mardin, Samsun, Sivas y Trebisonda.

Por tanto, este aeropuerto de Esmirna-Adnan Menderes es una interesante opción para quienes deseen viajar hasta Hierápolis y Pamukkale, ya sea de manera directa o bien haciendo una escala en otro aeropuerto turco, pero sin llegar a visitar dicho destino.

Cómo llegar en tren a Hierápolis y Pamukkale

El tren es otra opción posible para llegar a Hierápolis y Pamukkale, aunque no la más recomendable en términos de comodidad, puesto que los trenes que llegan hasta Denizli no son de alta velocidad y, además, no proceden de las dos principales ciudades del país (Estambul o Ankara). Por tanto, si eliges esta vía, deberás realizar varios cambios.

El Pamukkale Ekspresi es el tren que procede de Eskişehir, una ciudad a unos 330 km al norte de Denizli y a unos 300 km al sureste de Estambul. El trayecto en tren desde Eskişehir dura unas 8 horas. Mejor conexión ferroviaria hay entre Denizli y Esmirna: desde esta última ciudad salen unos 6 trenes diarios hacia Denizli, que cubren los 250 km de trayecto en unas 5 horas y media.

La buena noticia es que la estación de tren de Denizli se encuentra enfrente de la estación de autobús, de modo que resultará sencillo cambiar de medio de transporte para tomar un autobús local hacia Pamukkale.

Cómo llegar en autobús a Hierápolis y Pamukkale

Dado el tirón turístico de Hierápolis y Pamukkale, son varias las compañías de autobús que cuentan con líneas de larga distancia hasta Denizli. Algunas de ellas son Metro, Kamil Koç o Pamukkale. Algunas de estas rutas terminan en Denizli, lo que obliga al viajero a tomar un taxi desde aquí hasta Hierápolis y Pamukkale, o bien tomar otro autobús local, con una frecuencia aproximada de una salida cada 20 minutos. Sin embargo, en otros casos el trayecto termina directamente en Hierápolis, concretamente en su puerta norte. 

Estas líneas de autobús proceden de las grandes ciudades del país, en especial Estambul y Ankara. Pero también encontrarás líneas de autobús procedentes de destinos relativamente cercanos, como Esmirna y Konya (con varias salidas semanales), así como los grandes destinos turísticos de sol y playa, como Fethiye o Bodrum (con salidas diarias).

Cómo llegar en coche a Hierápolis y Pamukkale

Si tu idea es realizar un circuito en coche, ya sea de alquiler o en un vehículo con chófer como los que te proporciona nuestra agencia, debes tener en cuenta las siguientes distancias y duraciones aproximadas, para valorar cómo encajar esta etapa en tu programa. En este caso, tomamos Pamukkale como destino final de referencia:

  • Desde Denizli: 16 km, 15 minutos
  • Desde Kusadasi: 200 km, 2 horas y media
  • Desde Esmirna: 250 km, 3 horas
  • Desde Éfeso: 200 km, 2 horas y media
  • Desde Bodrum: 250 km, 3 horas y media
  • Desde Antalya: 240 km, 3 horas
  • Desde Marmaris: 200 km, 2 horas y media
  • Desde Fethiye: 190 km, 2 horas y 40 minutos
  • Desde Konya: 400 km, 5 horas
  • Desde Capadocia (Göreme): 610 km, 7 horas y 40 minutos
  • Desde Capadocia (Kayseri): 680 km, 8 horas y media
  • Desde Ankara: 480 km, 5 horas y media
  • Desde Estambul: 600 km, 6 horas y media

Historia de Hierápolis y Pamukkale

Al igual que ocurre con cualquier otro lugar de interés geológico, como Capadocia, la historia de Pamukkale se debe medir no solo en tiempo humano, sino también en tiempo geológico: sus terrazas de travertino (calcita blanca) se fueron formando a lo largo de miles y miles de años. En este caso, por los cambios de la corteza terrestre a causa de terremotos y movimientos tectónicos, y la consiguiente sedimentación progresiva de bicarbonato y calcio, depositados aquí por las aguas termales que surgen en la zona y descienden colina abajo. 

En algunos casos, esas aguas han quedado embalsadas de manera natural, formando pequeñas pozas. En otros, ese agua ha desaparecido, dando como resultado las mencionadas terrazas de travertino. Muchas veces, la propia erosión ha cincelado formaciones rocosas de lo más llamativo, haciendo volar la imaginación de quien las contempla, incluyendo estalactitas y estalagmitas como si se tratara de hielo detenido en el tiempo.

Un lugar tan especial, como no podía ser de otra forma, atrajo la atención de los antiguos pobladores de esta parte de Anatolia. No tanto por su belleza sin igual, sino sobre todo por el aprovechamiento de sus aguas. El primer artífice de ello fue el rey de Pérgamo Eumenes II, en torno al 190 a.C, cuando fundó aquí un centro de tratamiento, así como un centro de culto a la diosa Cibeles. De esa ciudad frigia derivó la posterior ciudad griega, cuyo nombre Hierápolis significa “ciudad sagrada”.

Sin embargo, la geología no siempre ha sido benigna aquí y, aunque ha propiciado la creación de este castillo de algodón, también ha temblado en varias ocasiones, de manera devastadora. Uno de los primeros terremotos documentados tuvo lugar en el siglo I d.C, ya en época de dominio romano. Debido a ello, la ciudad colapsó y tuvo que ser reconstruida. Por ello, la inmensa mayoría de lo que aquí se puede ver tiene un carácter romano y no helenístico.

En cualquier caso, tras la reconstrucción, Hierápolis alcanzó su época de esplendor, especialmente en los siglos II y III, cuando se convirtió en un gran centro balneario de descanso para las clases altas, que llegaban hasta aquí desde rincones muy diversos del Imperio. 

Para entonces, la población judía también creció mucho y llegó a ser numerosa. Y de igual  creció la de los cristianos ortodoxos siglos después. El prestigio de Hierápolis como destino termal se mantuvo durante la época bizantina, pero también se vio sumida en diferentes desastres. En algunos casos, por invasiones destructivas, como la de los persas en el siglo VI o las disputas entre el sultanato selyúcida de Konya y los cruzados en el siglo XII, cayendo en manos de los primeros.

Y en otros casos, por nuevos terremotos, siendo el más devastador el acaecido en 1354, que motivó el abandono definitivo de la ciudad. Y así, bajo los escombros y bajo una capa de sedimentos, se mantuvo hasta que se iniciaron las excavaciones modernas a finales del siglo XIX, devolviendo el esplendor a este yacimiento arqueológico y creando el Museo Arqueológico de Hierápolis, que muestra las piezas más importantes del conjunto.

Paralelamente, el boom turístico del siglo XX ha propiciado el florecimiento de la localidad de Pamukkale que, pese a su reducido tamaño, ofrece todos los servicios necesarios al viajero que visita esta zona natural y su yacimiento.

Hierapolis Turquia

Qué ver en Hierápolis y Pamukkale

Como se desprende del nombre dado a este destino, los puntos de interés se reparten en dos áreas: por un lado, el parque natural de los travertinos de Pamukkale y, por otro, el yacimiento arqueológico de Hierápolis. Están separados por una carretera que permite una cierta movilidad a los visitantes pero, no obstante, forman un único recinto con control de entradas y tres accesos: la puerta sur (la más cercana al pueblo de Pamukkale), la puerta norte (la más cercana a Hierápolis) y la puerta central/este (la más cercana a las pozas), así que la elección de empezar por una u otra área determinará el recorrido.

Pamukkale

La colina blanca que se eleva por encima de la localidad de Pamukkale ejerce un magnetismo extraordinario, difícil de describir. Su hermosura salta a la vista desde lejos, como una extraña ladera nevada todo el año. Pero esa hermosura también es patente desde dentro, cuando se pasea por sus travertinos e incluso cuando se toca su roca, más suave de lo que podría parecer. 

En esta zona natural de terrazas de travertino, el viajero puede caminar, perderse, detenerse, sumergirse en alguna poza, inmortalizarse en una fotografía única, reanudar la marcha y volver a perderse. Cuanto más te alejes de la entrada, más quietud encontrarás, teniendo en cuenta que la afluencia de público es siempre alta. Las terrazas de travertinos más perfectas y hermosas están indicadas mediante señalización, pero la ruta por este entorno lleno de magia es libre e intuitivo. 

En cambio, la localidad de Pamukkale, de carácter reciente y surgida al calor del tirón turístico de los travertinos, no ofrece grandes atractivos para el visitante, más allá de su ritmo de vida local cuando el ajetreo de turistas desaparece.

Hierápolis

Si la visita a la zona del ‘castillo de algodón’ tiene un carácter más bien libre e intuitivo, la visita a Hierápolis se puede organizar mediante itinerarios por este extraordinario yacimiento para no perderse ningún punto de interés. Son muchos, y esta lista reúne esos que ningún viajero debería perderse:

  • Puerta Bizantina: es uno de los principales vestigios del periodo bizantino en este yacimiento. Data del siglo V. Es un buen ejemplo de cómo aprovechaban el travertino para la construcción de estructuras, pues cuenta con grandes bloques de esta roca
  • Gimnasio: es uno de los espacios más icónicos, no tanto por su espectacularidad (pues han resistido pocos elementos, como algunas columnas, debido a uno de sus terremotos) sino sobre todo por ser uno de los escasos ejemplos que se conservan de esta tipología 
  • Templo de Apolo: albergaba un importante oráculo, cuyos poderes sobrenaturales estaban en relación con los gases del Plutonio
  • Plutonio: se trata de una construcción de lo más singular, que aprovecha una grieta del terreno de la que salen gases tóxicos del subsuelo. Según la creencia antigua, era una puerta de acceso al inframundo y, por tanto, se realizaban ofrendas y sacrificios al dios Plutón. También estaba gestionado por sacerdotes autorizados y el lugar era destino de peregrinaciones
  • Teatro romano: de tiempos del emperador Adriano y Septimio Severo. Es uno de sus emblemas, pues conserva buena parte de su scena, orchestra y cavea (graderío), que pudo albergar a más de 12.000 espectadores, según algunas estimaciones. En Hierápolis, además, están los restos de otro teatro helenístico anterior, aunque no en estas condiciones de conservación
  • Martyrium de San Felipe Apóstol: es un lugar lleno de simbolismo para los viajeros cristianos, pues en los restos de esta estructura octogonal se cree que fue martirizado San Felipe Apóstol, que predicó en esta área pero fue arrestado y colgado de un árbol a la puerta de este templo pagano, conocido como ‘de la Víbora’
  • Ágora: la gran plaza de la antigua Hierápolis, es una de las más grandes jamás descubierta, lo que da cuenta de la importancia de esta ciudad griega en la Antigüedad. En su momento, estaba porticada en todo su perímetro, de lo cual quedan aún algunos restos
  • Calle Frontinus: era una de las avenidas principales de Hierápolis, que también estaba enmarcada por arcos monumentales. Aún se conserva parte del pavimento original
  • Necrópolis: como es lógico, era una de las zonas más sagradas y simbólicas de la ciudad. Y de este camposanto se conservan muchas estructuras, de diferente tipología, como túmulos o sarcófagos decorados con relieves
  • Termas romanas: en esta ciudad-balneario, las termas romanas no podían faltar. Y, de hecho, eran uno de los lugares más importantes para la socialización de sus gentes


Pasear por Hierápolis es como visitar un museo a cielo abierto. Pero, en realidad, tiene su propio museo arqueológico para mostrar en unas mejores condiciones de conservación las piezas arqueológicas más importantes aquí encontradas. Se divide en distintas secciones, destacando la de la necrópolis, con espectaculares tumbas y sarcófagos. Su colección de estatuas es también de gran riqueza y demuestra la maestría de los artistas de la Antigüedad para representar la anatomía humana, los ropajes y otros detalles de gran elegancia.

Qué ver en Pamukkale

Qué hacer en Hierápolis y Pamukkale

Si tienes tiempo, puedes entrar a la llamada Antigua Piscina o Piscina de Cleopatra… a pesar de que esta reina-faraona egipcia nunca se bañó aquí. Aunque está dentro del recinto, para acceder hay que pagar una entrada aparte. Su construcción es reciente, pero bañarse en su poza con aguas minerales a 36º es la mejor manera de disfrutar de este recurso natural, al que atribuyen beneficios para la salud.

El paseo en globo es otra de las propuestas predilectas de los viajeros que no quieren perder detalle. A pesar de que la historia de Hierápolis se aprecia de cerca y que la belleza de los travertinos y las aguas de Pamukkale se disfrutan al tacto, no cabe duda de que observar este parque natural y arqueológico desde lo alto es un placer indiscutible. Sólo así el viajero se da cuenta de cómo las fuerzas de la naturaleza han sido capaces de crear este castillo de algodón, y cómo los seres humanos han sabido adaptarse a ello, construyendo en su entorno estructuras de enorme perfección, como el teatro romano. Existen empresas que organizan este tipo de vuelos, que están supeditados a las condiciones climatológicas de cada día.

Más información para visitar Hierápolis y Pamukkale

En Hierápolis – Pamukkale no encontrarás oficinas de turismo al uso, más allá del puesto de información y bienvenida que hay a la entrada y que proporciona material complementario a la hora de comprar la entrada en taquilla. Por ello, conviene organizar adecuadamente esta visita para evitar imprevistos, recurriendo a una agencia de confianza con experiencia sobre el terreno, como Turquía Exclusiva.

También es importante tener en cuenta una serie de detalles que parecen insignificantes pero determinarán la jornada. Por ejemplo, debes saber que, salvo cambios en la normativa, solamente se puede acceder al recinto una vez al día. Es decir, si sales del recinto tendrás que volver a sacar una nueva entrada si quieres acceder de nuevo. Esto es importante para el almuerzo, pues la oferta de restauración en el interior es escasa y se limita prácticamente al complejo de la Antigua Piscina de Cleopatra, en Hierápolis. 

Para la visita de las terrazas de travertino debes saber que los vigilantes de seguridad no dejan caminar con zapatillas. Por tanto, deberás mentalizarte para caminar descalzo o bien hacerte con unos calcetines especiales de piscina que, al contar con suela antideslizante, te evitará caídas por ese riesgo.

No menos importante es el recordatorio de llevar gafas de sol para moverse por Pamukkale, pues en días despejados y en las horas centrales de la jornada, los reflejos del agua y de la roca húmeda pueden llegar a ser muy molestos para los ojos. 

Aunque el recinto es uno solo, las tres puertas de entrada tienen horarios diferentes, pues el flujo de visitantes varía mucho de un acceso a otro. Esta es la lista de apertura y cierre, que puede verse sometida a cambios por parte del recinto:

  • Puerta sur: de 6.00 a 21.00. Es la que tiene el horario más amplio pues es la entrada principal, la más cercana al pueblo de Pamukkale y, por tanto, la más cómoda
  • Puerta norte: de 8.00 a 20.00. Es la que utilizan los viajeros que acceden al bajarse del autobús público
  • Puerta central/este: de 8.00 a 20.00 en horario de verano (abril-octubre) y de 8.00 a 17.00 en horario de invierno (noviembre-marzo)

Cómo moverse por Hierápolis y Pamukkale

Una vez en Pamukkale, llegar hasta el recinto visitable es sencillo, pero no hay muchas opciones: quienes quieran usar un transporte colectivo sólo tienen un autobús que une la localidad de Pamukkale con la puerta norte del recinto. Sin embargo, no es una línea de ida y vuelta, sino que viene de otras localidades y continúa su rumbo hacia otras. Por ello, hay que asegurarse de tomar la dirección correcta y no pasarse la parada. Los taxis desde el pueblo hasta la puerta sur, la más cercana, están a la orden del día, aunque lo más cómodo es tenerlo ya reservado de antemano.

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